jueves, 13 de julio de 2017



El 16J nos vemos!
Por Jesús Castellanos Vásquez

Al momento de comenzar a escribir estas líneas recordé un debate sobre democracias representativa vs participativa en el que me tocó intervenir como estudiante en el Magister en Gestión y Políticas Públicas de la Universidad de Chile en 1998. En aquel momento, nuestra Constitución vigente (1961) era de tipo representativa a diferencia de la Carta Magna colombiana, aprobada en 1991, la cual incorporaba importantes elementos de participación ciudadana tales como consultas populares y el voto programático. Por un hecho meramente aleatorio me correspondió defender el modelo representativo y si bien expuse elementos favorables, por ejemplo, que frente a sociedades modernas es prácticamente imposible consultar a todos en todo momento, la famosa tiranía de la mayoría, la facilidad que la representación define en la toma de decisiones del Estado, el ejercicio del gobierno en manos de quienes “más saben”, y por último, que el esquema representativo no excluye necesariamente la participación, no dejé de pensar por un momento en la obra seminal de Putnam “Making democracy work’”[1] y su constatación de dos “Italias”, la de norte y la del sur, visiblemente diferenciadas, entre otras razones, por la cultura cívica y los efectos que ésto generaba.

Una democracia es incompleta y funciona mal si se erige únicamente como un procedimiento de delegación del poder a través del voto. La actuación ciudadana en la esfera pública es fundamental para fortalecer este tipo de sistema político, noción que defiendo incluso ante decisiones altamente controversiales y hasta posiblemente perjudiciales como lo ocurrido en el Reino Unido con el Brexit, el referendo de paz colombiano, las votaciones por candidaturas radicales de ultra izquierda o derecha o por ofertas populistas. Un régimen, a mi juicio, es realmente democrático si refleja fielmente el sentir de la gente y para ello, el voto es solo una de las posibles vías, asunto, vale destacar, que fue recogido nítidamente en el espíritu y articulado de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) de 1999, al establecer diversos mecanismos de participación, a saber: consultas, asambleas, iniciativas de Ley, por citar algunos.

En ese marco y frente a la existencia de un régimen caracterizado por las claras violaciones al hilo constitucional; inexistencia de separación de poderes; feroz represión (decenas de muertes, presos políticos, torturas); atentado contra los DDHH; negación de elecciones, etc., los venezolanos tendremos el próximo 16 de julio el derecho a concurrir a un plebiscito, consulta inédita no solo por su naturaleza sino porque ha sido organizada por el partido Mesa de la Unidad Democrática (MUD), junto a la sociedad civil y con el apoyo del Poder Legislativo Nacional en vista de la evidente subordinación del Consejo Nacional Electoral, órgano con competencia directa en materia de elecciones y consultas, al ejecutivo nacional, amén de su demostrada adhesión a la dictadura.

Dentro y fuera de las fronteras se nos ha convocado para dar nuestra opinión acerca de la Asamblea Nacional Constituyente Comunal, instancia violatoria de la CRBV y peor aún, contraria a la soberanía del pueblo, así como sobre la Fuerza Armada Nacional y su deber de obedecer y defender nuestro marco jurídico y, la necesidad de renovar las autoridades de los poderes públicos nacionales como consecuencia de unas verdaderas elecciones libres y limpias, tema que como he mencionado en artículos anteriores[2] no se ha cumplido en Venezuela desde hace muchos años. No queda duda que es un ejercicio de democracia, soberanía, libertad, pero más que todo, de preocupación por el futuro, y ¿por qué no decirlo? de verdadero amor a la patria.

Para concluir, este proceso es constitucional gracias a que nuestro sistema es, conforme a la CRBV, participativo y protagónico (Exposición de motivos, artículos 5,6, 62,70) y porque además, de acuerdo a los artículos 131, 333 y 350, todos y cada uno nosotros somos responsables, vigilantes y defensores de su debido respeto. No perdamos la oportunidad de rescatar la democracia y la libertad en nuestro país.