¿Venezuela está lista para una transición? (I)
De Jesús Castellanos Vásquez
Hace ya algún
tiempo se viene discutiendo en Venezuela la necesidad de un cambio de gobierno
y de régimen, asunto que posterior a las elecciones parlamentarias de diciembre
2015 y los últimos estudios de opinión[1],
inclusive los vinculados al oficialismo, pareciera ser aceptado por la mayoría de los venezolanos. Por otra parte, el actual régimen venezolano, a nuestro juicio, no es democrático,
pese a la celebración periódica de elecciones, pues como se sabe la democracia
es más que elecciones y no toda elección es democrática[2]. Visto ésto son muchas las posibles
interrogantes para los estudiosos o amantes de las ciencias políticas:
¿Venezuela en realidad está frente a una transición? ¿Es posible una transición
en Venezuela?, ¿Cómo se puede reconocer la existencia de una transición?, a la
cual me permito sumar, ¿Venezuela está preparada para una transición?.Esta inquietud, debo admitirlo, se originó en un
evento organizado por la Fundación Chile 21, denominado: “La transición en
Chile: ¿capítulo cerrado o cuestión pendiente?” en el que también se discutió sobre el Libro “Transiciones Democráticas. Enseñanzas de líderes políticos” de Bitar y Lowenthal
(Editores) (2016), trabajo
que forma parte de un proyecto más ambicioso y que incluye testimonios de trece ex Presidentes y primeros ministros de nueve
países -dos de África, dos de Asia, dos de Europa y tres de América Latina-, los cuales participaron decisivamente en
transiciones exitosas de regímenes autoritarios a gobiernos democráticos,
además de un análisis comparativo y sendas recomendaciones[3].
A Sergio Bitar,
conocido político e intelectual chileno, con amplia participación en la vida
política y académica chilena desde hace unas cuantas décadas[4] y
quien por cierto estuvo días antes en Venezuela junto a Lowenthal, entre
otros, en el foro: “Democratización? La dinámica del
cambio político en Venezuela”, organizado por la Universidad Católica Andrés
Bello[5], le
tocó hacer la exposición central del foro, incorporando dentro de su
presentación “Diez lecciones de los líderes”, entendidas éstas como elementos
recurrentes y de suma importancia para concretar un proceso de transición
exitoso conforme a la experiencia comparada. Debo admitir que aplicar esas
lecciones al actual caso venezolano fue una tentación demasiado grande. El
resultado de ello es lo que intentaré mostrar a continuación esperando que el
mismo contribuya al debido y necesario debate sobre este tema.
Lección 1. Avanzar paulatinamente. La oposición al régimen autoritario debe
estar permanentemente movilizada, denunciando y protestando, generando un esfuerzo
sostenido de confrontación y desafío a la legitimidad (interna y externa) del
régimen. En este sentido es necesario aprovechar cualquier ventana de
oportunidad para la activación de la sociedad, así parezca parcial, en vez de
esperar la posibilidad de hacer cambios más contundentes a futuro. A la luz de
lo ocurrido en Venezuela desde 1999, no queda la menor duda que la oposición ha
intentado a través de diferentes formas, una gama francamente amplia, confrontar al régimen de Chávez/Maduro, desde grandes movilizaciones
populares, paros cívicos, no participación en elecciones[6],
protestas callejeras, denuncias y búsquedas de apoyo en diferentes instancias
(gobiernos, parlamentos, líderes, medios de comunicación, ect.), interposición de recursos jurídicos antes
instancia locales e internacionales, hasta concurrencia a procesos electorales
y de consulta, entre otros. A mi juicio si bien es fundamental el esfuerzo
sostenido, éste obligatoriamente debe ser de forma coordinada entre los
principales actores de la oposición, y en eso es vital la definición y
coherencia de estrategias con objetivos comunes, más allá de las apetencias
individuales o sectoriales de cada grupo o actor (líder). La Mesa de la Unidad
es un ejemplo claro de cómo la integración en una sola fuerza puede producir éxitos.
No obstante, debe asimilarse que no solo está planteado un cambio de autoridades
cuya resolución se alcanza con un triunfo electoral. Las elecciones, debe
internalizarse, son un medio y no el fin. El reto aquí es una transición a un
gobierno democrático, que requiere fundamentalmente lo electoral pero que debe
ir mucho más allá. Debe ser una propuesta permanente de un proyecto país,
consensuado por los promotores al menos en sus pilares, en el que se busque,
más que el nombre del sucesor, las bases de un nuevo modelo.
En este punto
debería quedar claro a los líderes de la oposición venezolana que la opción de
esperar al desgate progresivo del régimen, tesis que se especulaba gozaba de cierta
adherencia, no parece ser un factor asociado a transiciones exitosas. Es
necesaria la presencia recurrente en todos los espacios disponibles alertando
las transgresiones, violaciones, dilaciones, manipulaciones y obstrucciones del
régimen autoritario, sin perder de vista que en ese camino la única forma posible
son las elecciones, siendo imprescindible, en paralelo, la formulación de un
proyecto distinto y por encima de todo, democrático. Sobre eso prometo escribir en una siguiente
entrega.
En la próxima.
Lección 2. Necesidad de una visión optimista e inclusiva y, otras lecciones.
[6] La movilización del 11 de abril del 2001 culminó con un intento de
Golpe de Estado, incluso algunos
sostienen que fue un golpe de Estado fallido, el cual formó parte de la agenda no democrática de la
oposición venezolana. (Un excelente ejemplo https://www.academia.edu/4371183/Quo_Vadis_Venezuela)
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