jueves, 25 de agosto de 2016


¿Venezuela está lista para una transición? (II)
De Jesús Castellanos Vásquez

Continuación…

Lección 2. Necesidad de una visión optimista e inclusiva. Bitar expresa dos cosas fundamentales en esta lección: “Proyectar una visión amplia y optimista” y “combatir el miedo penetrante”. Pese a que no sabemos a ciencia cierta si Venezuela está en un proceso de transición, comprender e internalizar esta recomendación resulta un imperativo, entre otras razones, porque hemos visto como los gobiernos  de Chávez y Maduro se fortalecieron con la polarización y las políticas del miedo. El discurso de la división social, la confrontación de ricos contra pobres, “escuálidos” vs “patriotas” les ha dado grandes beneficios, electorales y no electorales, especialmente cuando se contaba con el liderazgo carismático de Chávez y los múltiples recursos, no solo económicos,  para obtener y/o mantener voluntades.

Así mismo,los mecanismos de coacción y coerción social empleados por el régimen: presos políticos, atentados contra la propiedad privada, uso excesivo de las fuerzas armadas y de seguridad del Estado, declaratoria de Estados de Excepción en algunos regiones del país, despidos por razones políticas, definición de zonas de seguridad, restricción a la protesta, confrontación con  los medios de comunicación social privados, manipulación del voto a cambio de bienes materiales o por amenazas, confiscación de competencias de instancias electivas cuando son alcanzadas por la oposición, abusos desde órganos del poder público para afectar a sectores opositores, entre muchos otros, han formado parte de una actuación sostenida del “socialismo venezolano del siglo XXI” para garantizar su permanencia y mostrar una presunta robustez de su gestión.

La situación hoy constituye una ventana de oportunidad en cuanto a la polarización pues, tal como se decía en la primera entrega, la mayoría de los venezolanos tiene una percepción negativa del gobierno de Maduro, evidenciado en los resultados de las elecciones parlamentarias del 2015, donde, pese a ser unos comicios que distaban mucho de ser limpios y libres con un claro sesgo a favor del régimen, la oposición obtuvo aproximadamente el 56% de los votos. En cuanto al miedo como estrategia, tras la desaparición de Chávez y de buena parte de los recursos por concepto de renta petrolera producto principalmente de la caída de su precio en los mercados mundiales, se observa una agudización destacándose la persecución a la protesta a partir de 2014 o más recientemente, la purga contra los funcionarios del Estado que firmaron a favor del referendo revocatorio presidencial. Desarrollar acciones contundentes desde los sectores democráticos sería, sin duda, un enorme paso para superar a este esquema autoritario.

El principal reto de la oposición,a nuestro juicio, es construir un discurso democrático, alternativo, positivo, propositivo (de corto, mediano y largo plazo), con una orientación no meramente electoral y con visión de futuro, donde se puedan comenzar a enfrentar y solucionar los grandes problemas del país. Para eso es imprescindible contar con la base de apoyo más grande posible por lo que se hace necesario incorporar a todos los sectores sociales incluidos los que no participan, los afectos al chavismo que en este momento no se sienten representados y ¿por qué no? los vinculados al oficialismo que creen que pueda haber un mejor modelo de gobierno.

Lección 3. Promover convergencia y crear coaliciones. A tono con lo anterior, se recomienda que esos consensos se materialicen en coaliciones de partidos y movimientos sociales, generando confianza y sensación de inclusividad. (Buscar aquello que une y evitar lo que divide). Al revisar la historia de las fuerzas democráticas venezolanas, más allá de la oposición partidista, es de fácil constatación los enormes esfuerzos de sindicatos, gremios, organizaciones no gubernamentales, sector privado, medios de comunicación, academia, iglesias, etc. en la búsqueda permanente, bajo diferentes formas y con diversos métodos, de la institucionalidad y el respeto al Estado de Derecho. Pese a ello, nos atreveríamos a aseverar que muchas de esas acciones fueron aisladas, incluso solapadas, haciéndolas por tanto menos efectivas. Pensamos, en concordancia con las experiencias comparadas en transiciones, que en la medida que se logre conformar un músculo lo suficientemente sólido y coordinado entre todas ellas destinado a hacerle frente a los excesos autoritarios, más oportunidades se tendrán de generar el motor del cambio para lograr un esquema democrático.

  Lección 4. Crear y proteger espacios para el dialogo.  Hasta aquí puede llegar la lectura del artículo para muchos de mis coterráneos que sostienen que “con dictadura no se dialoga”. Bitar acota que es necesario tender puentes, hasta en secreto, entre miembros del gobierno autoritario y los sectores democráticos. Se concluye, según las enseñanzas de transiciones, que el dialogo, formal e informal, es parte esencial del cambio extendiéndose no solo entre las fuerzas que pugnan por un nuevo  gobierno sino también con el contrario,  todo ésto con el  fin de entender y conocer al otro. Tal como hemos visto, la propuesta debe ser lo más inclusiva posible, pero sobretodo democrática, lo cual presupone el reconocimiento del adversario que se mantendrá en el escenario político una vez que ya no se encuentre en el poder. Este es quizás uno de los temas más complicados pues un dialogo con agentes no democráticos podría significar un evento, conforme a la teoría de juegos, asimétrico (de altísima incertidumbre); no obstante, es una arista que debe ser de obligatoria consideración para quienes desean proponer y construir un esquema alternativo al presente régimen autoritario.  


En una próxima entrega. Lección 5. Instaurar el control cívico y democrático sobre los militares, la policía y los servicios de inteligencia y otras lecciones.

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